Los misteriosos ‘círculos de hadas’ confirman las teorías de Alan Turing

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Un grupo de investigadores ha descubierto en el desierto occidental de Australia unos misteriosos claros entre la vegetación. Vistos desde arriba, enseguida llaman la atención dos cosas: por un lado, la forma circular de las calvas y, por el otro, el patrón hexagonal que forman los círculos entre sí. El fenómeno no es nuevo, los más famosos se encontraron en Namibia (África). También en la Europa húmeda, las setas forman lo que la cultura popular llama círculos de hadas o corros de brujas. Sin embargo, no tiene nada de mágico. Estas formaciones siguen patrones ya planteados por el matemático Alan Turing.

Los círculos de hadas de Namibia (también los hay en las vecinas Angola y Sudáfrica) llevan décadas intrigando a los científicos. Son varias las teorías sobre su origen, cada una apoyada en sus correspondientes experimentos sobre el terreno. Investigadores sudafricanos, por ejemplo, creen que los círculos se formaron por la acción tóxica de la planta Euphorbia gummifera. Otros apuestan por la filtración natural de gases. Una de las más consistentes es la publicada en la revista Science por Norbert Jürgens. Este biólogo de la Universidad de Hamburgo mostró en 2013 que, en vez de las hadas, son las termitas las que crearían estos círculos.

Ahora, un grupo de científicos cuestiona el papel de los insectos o las hierbas tóxicas. Ellos apuestan por la autoorganización, un mecanismo biológico ya planteado en 1952 por Turing. Según publican en PNAS, este equipo, formado por investigadores australianos, alemanes e israelíes, ha encontrado nuevos círculos de hadas en un ecosistema muy parecido al namibio pero a más de 10.000 kilómetros de la costa africana.

En los alrededores del poblado minero de Newman, en la región australiana de Pilbara, han hallado grandes extensiones de vegetación de matorral salpicadas de círculos similares a los de Namibia. Pero apenas han encontrado termitas, no hay rastro de gas subterráneo y allí no crece la E. gummifera. Más intrigante aún, como en el caso namibio, cada círculo australiano tiene otros seis más cercanos que forman un hexágono a su alrededor.

“Nuestros resultados demuestran una destacable congruencia entre los patrones de los círculos de hadas australianos y namibios”, escriben los autores del estudio. Para ellos, la interacción entre el agua y la vegetación es la que crea un patrón tan específico. En concreto, comprobaron que el suelo de las calvas es rico en arcilla, mientras que el de las zonas de cubierta vegetal es más poroso. Al llover, el agua ha ido arrastrando los materiales hidrófilos hacia los bordes, dejando atrás la arcilla. Los dos elementos, agua y vegetación, se desenvuelven en un equilibrio inestable que genera las formas geométricas.

“Lo interesante de los círculos de hadas es que se presentan con gran regularidad y homogeneidad, incluso sobre grandes áreas, pero aparecen en una franja muy estrecha de lluvias”, dice el autor principal del estudio, Stephan Getzin. Para este ecólogo del Centro Helmholtz para la Investigación Ambiental de Leipzig (Alemania), este patrón es fruto de la competencia por el agua. “Durante mucho tiempo, a los ecólogos no les convencía la idea de que las plantas de las zonas áridas pudieran auto organizarse, ya que los principios teóricos de estos procesos se basan en la física”, añade.

Centenares de círculos han sido descubiertos en el desierto del estado de Australia Occidental. Kevin Sanders
Centenares de círculos han sido descubiertos en el desierto del estado de Australia Occidental. Kevin Sanders

Esta autoorganización es lo que planteó Turing en uno de sus últimos trabajos. La base química de la morfogénesis, escrita poco antes de quitarse la vida, planteaba cómo surgían patrones y estructuras en los sistemas naturales, desde un embrión hasta las rayas de una cebra. Muchos años después, aquellas ideas dieron forma a la teoría de la formación de patrones, confirmada en diversas ocasiones. El año pasado, por ejemplo, investigadores japoneses, descubrieron que los círculos del desierto de namibia compartían patrón con las células de la piel.

Sin embargo, hay un detalle que dificulta la comparación entre ambas concentraciones de círculos de hadas. Aunque los dos casos comparten ecosistemas similares, aridez y escasez de agua, ambos llegan al mismo resultado por mecanismo diametralmente opuestos.

“Mientras que los suelos arenosos de las calvas de los círculos de hadas de Namibia disponen de una gran capacidad de infiltración y almacenamiento de agua de lluvia, los círculos australianos se caracterizan por lo contrario: una cubierta rica en arcilla que casi repele el agua y que no permite la infiltración del agua de lluvia”, comenta Jürgens, el de las termitas. Y sin esa aportación hídrica, no podría prosperar el matorral.

Para el biólogo alemán, que responde a este periódico desde el desierto de Namibia, el trabajo de sus colegas es notable y la teoría de la formación de patrones muy sugerente. Pero, como dice Jürgens: “Si el modelo de autoorganización fuera correcto, debería ser algo generalizado y habría círculos de suelo desnudo por todo el mundo”. Para él, la respuesta al misterio sigue estando en las termitas.

El País

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