¿Cuál es la edad correcta para dar un smartphone a un niño?

394

No hace mucho tiempo, numerosos padres de familia se preguntaban a qué edad debían dar a sus hijos acceso total a las llaves del auto. En estos días, los papás enfrentan una pregunta más complicada: ¿a qué edad debe tener un niño un smartphone?

Después de todo, es la llave a un acceso irrestricto a internet y a los muchos peligros y beneficios que vienen con él. Pero al contrario de conducir un auto, no hay ninguna directriz legal para que un padre de familia determine en qué momento su hijo pudiera estar listo para un smartphone.

El tema se debate cada vez más conforme los niños se hacen de teléfonos inteligentes a una edad cada vez más temprana. En promedio, los niños en Estados Unidos están teniendo el primero a los 10 años de edad, según la firma de investigación Influence Central, en comparación con los 12 años en 2012. Para algunos niños, empieza incluso antes, incluyendo niños de segundo año de primaria de apenas seis o siete años, según expertos en seguridad de internet.

“Pienso que la tendencia de la edad va a bajar aún más, porque los padres se están cansando de prestar sus smartphones a sus hijos”, dice Stacy DeBroff, directora ejecutiva de Influence Central.

El descenso en la edad se está topando con resistencia. James P. Steyer, director ejecutivo de Common Sense Media, una organización sin fines de lucro que revisa contenido y productos dirigidos a las familias, tiene una regla estricta para su familia: sus hijos reciben un smartphone solo cuando empiezan la preparatoria; luego que hayan aprendido sobre la restricción y el valor de la comunicación cara a cara.

“Cuanto más tiempo se mantenga cerrada la caja de Pandora, mejor para todos”, dijo Jesse Weinberger, conferencista sobre seguridad en internet con sede en Ohio que da charlas a padres de familia, escuelas y autoridades policiacas. “No hay conexión hacia el lado oscuro sin el dispositivo”.

LA INVESTIGACIÓN

Empecemos con algunos de los datos. Weinberger, autora de “The Boogeyman Exists: And He’s in Your Child’s Back Pocket”, un libro sobre teléfonos inteligentes y seguridad en internet, dijo que había sondeado a 70 mil niños durante los últimos 18 meses y descubrió que, en promedio, el sexting empezaba en el quinto grado; el consumo de pornografía comenzaba al cumplir los niños ocho años, y la adicción a la pornografía alrededor de los 11 años.

En otro estudio publicado este año, Common Sense Media encuestó a mil 240 padres y niños y encontró que 50 por ciento de los niños admitió ser adicto a sus smartphones. También descubrió que 66 por ciento de los padres sentía que sus hijos usaban mucho sus dispositivos móviles, y 52 por ciento de los niños estuvo de acuerdo. Aproximadamente 36 por ciento de los padres afirmó que discutía con sus hijos diariamente por el uso de sus dispositivos.

También hay que considerar el aspecto de la biología. La corteza prefrontal, una parte del cerebro que controla los impulsos, se termina de desarrollar más o menos a los 25 años. En otras palabras, los padres no deberían sentirse sorprendidos si niños más jóvenes con smartphones carecen de control de sus impulsos.

PROS Y CONTRAS

Los teléfonos inteligentes indudablemente aportan beneficios. Con estos dispositivos, los niños obtienen acceso a aplicaciones potentes, incluyendo herramientas educativas para estudiar, aplicaciones de chat para conectarse con amigos y la riqueza de la información en la web.

Pero también están un paso más cerca de la distracción de los juegos, de las aplicaciones de sexting y de aplicaciones de redes sociales donde merodea gente que hace bullying en internet. Ni siquiera los niños más grandes son inmunes: el año pasado, al menos 100 estudiantes de una preparatoria de Colorado estuvieron involucrados en un escándalo que incluyó el intercambio de fotos de desnudos de ellos mismos a través de sus dispositivos móviles.

Al final, dichos contras podrían superar a los pros, consideró Weinberger. Si retrasamos el dar teléfonos inteligentes a los niños, muchos de ellos de todas formas tienen acceso a herramientas tecnológicas a través de dispositivos como computadoras y tabletas, añadió. La principal diferencia con un smartphone es que acompaña a un niño a todas partes, incluso cuando está fuera del alcance de la supervisión parental.

RESPONSABILIDAD DE ENSEÑAR

Al final, los padres van a determinar en qué momento su hijo verdaderamente necesita un teléfono inteligente. Cuando llegue ese momento, hay enfoques para probar las aguas antes de darle uno al niño.

Una opción popular es iniciar al niño con dispositivos móviles limitados, como teléfonos con funciones que solo pueden enviar mensajes de texto o hacer llamadas telefónicas, y evaluar si pueden usarlos de forma responsable.

Lynn Muscat, una madre de San Francisco, dijo haber considerado comprar un “teléfono tonto” para que su hijo de 10 años de edad estuviera en contacto con ella durante un campamento de verano. Terminó comprando el LG GizmoGadget, un reloj inteligente de Verizon con capacidad para hacer llamadas y enviar mensajes de texto y una lista de contactos bloqueada para que su hijo solo pudiera interactuar con la gente que ella había aprobado.

CONTROL PARENTAL

Hay algunas configuraciones del teléfono que pueden ayudar a mantener seguros a los niños cuando tienen smartphones.

Para los teléfonos iPhone, Apple ofrece un tablero lleno de funciones que los papás pueden activar o desactivar, incluyendo la capacidad de restringir que el navegador Safari acceda a contenido de adultos y la capacidad de impedir que las aplicaciones hagan uso de los datos celulares. Los controles parentales del iPhone viven dentro de la aplicación de Configuración, en un menú etiquetado como Restricciones.

Los teléfonos Android carecen de configuraciones de control parental integradas similares, aunque en la tienda de aplicaciones Google Play hay muchas que permiten que los padres incorporen restricciones. Weinberger destacó la aplicación Qustodio, que permite que los padres monitoreen los mensajes de texto de sus hijos, que inhabiliten aplicaciones en ciertos horarios del día e incluso que apaguen a distancia un smartphone. Aunque pudiera ser una postura agresiva para restringir el teléfono inteligente de un niño, Weinberger dijo que su trabajo como madre no es caerles bien a sus hijos.

“Mi única función como madre es prepararlos para el día en que se vayan”, dijo. “Si ese es el caso, tengo que mantenerlos seguros, y no les van a gustar algunas de las cosas que diga, y eso está bien”.

El Financiero

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.