‘Obama ha abierto una puerta pero ahora le toca al Congreso, falta por mucho por hacer’

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Abrazos, sonrisas y euforia generalizada. Ésa ha sido la reacción de los inmigrantes después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dejado la puerta abierta a una posible reforma migratoria que, de cristalizar, apenas tendría vigencia durante el mandato de su sucesor.

“Estamos mejor hoy que ayer. Este hombre ha abierto la puerta a la paz en muchos hogares en este país”, dice la abogada Grisell Ibarra, especialista en inmigración. Desde que la noche del jueves el dirigente hizo pública su intención de facilitar la vida a los indocumentados, Ibarra no se ha despegado del ordenador de su oficina en Miami en busca de nuevos detalles.

Una de sus conclusiones es diáfana. “Obama ha abierto una puerta, pero ahora le toca al Congreso y eso es lo que la gente tiene que entender, falta mucho por hacer. De momento no hay todavía mecanismos necesarios. Pero hay que agradecer lo que ha hecho”, explica la abogada.

Es un camino muy duro que recorrer, enfatiza. Entre otras razones porque la imagen que el estadounidense ‘profundo’ tiene de los inmigrantes no es la mejor. “En Montana o en Utah, en esos estados por allá arriba, no nos miran con buenos ojos. Lo importante aquí, para lograr un apoyo total, es cambiar la percepción que ellos tienen de nosotros. Como que nos tenemos que portar bien, no podemos darles leña porque ellos nos quieren quemar”, agrega Ibarra.

“Todo lo que ponen en la televisión o escriben en los periódicos es lo peor de nosotros. Tenemos que cambiar nuestra imagen ante el americano blanco”, subraya la letrada.

El anuncio de Obama no ha tenido un impacto directo en la mayor minoría hispana del sur de Florida, los exiliados e inmigrantes cubanos, que disponen de una legislación especial, conocida como ‘ley de ajuste cubano’. Dicha normativa les otorga residencia definitiva al año y un día de llegar a Estados Unidos y nunca podrán ser deportados mientras en La Habana se mantenga un sistema político comunista. “Yo me alegro por ellos. Tengo muchos amigos hondureños y salvadoreños que viven en situación ilegal. Pero a nosotros esto no nos afecta mucho, la verdad”, explica Carlos Benavides, mientras toma su café en un popular restaurante hispano de Miami.

Felipe Benavides es un hondureño que vive en la ‘sombra’ desde hace 12 años. Es fácil encontrarlo al amanecer en la esquina de la Calle Ocho y la cuarta avenida, el punto de encuentro donde se concentran los ilegales en busca de trabajo. “Esto es bueno pero tengo muchas dudas. Tengo que pensar mucho si voy o no a presentarme a las autoridades. Hasta ahora no he visto tolerancia de su parte, no nos han tratado bien nunca”, explica.

Críticas de los republicanos y apoyo de la Iglesia

Es un temor que muchos inmigrantes latinoamericanos comparten. Vienen de países donde las autoridades suelen abusar de los derechos de sus ciudadanos y en Estados Unidos no suelen encontrar mucha compasión. “Para que esto funcione, el Gobierno tiene que educar a sus agentes. Sino, nada de esto sirve”, agrega Benavides.

Se calcula que la decisión de Obama va a beneficiar unos cinco millones de los 11 millones de inmigrantes ilegales que viven en el país. Pero todos los que pueden aprovechar esta oportunidad deben haber llegado a Estados Unidos antes del 2010, ser padres de hijos nacidos en territorio estadounidense, no tener antecedentes penales y liquidar sus deudas con hacienda.

“Es el día más feliz de mi vida. Al fin voy a poder legalizar mi situación, aunque sea por tres años. Eso no importa. A lo mejor la reforma (migratoria) viene y todo se soluciona”, dice la panameña Alicia Medina, madre de tres niñas nacidas en territorio estadounidense. En su opinión, la decisión de Obama “viene a reparar una gran injusticia porque nosotros contribuimos mucho a este país, pagamos nuestras cuentas, aportamos riqueza a esta gran nación y no estábamos siendo reconocidos por eso”.

Medina es un caso típico del inmigrante hacia el cual está orientado el plan de Obama de conceder un alivio de tres años durante el cual no serán deportados. La mujer llegó a Estados Unidos siendo menor de edad con sus padres, el visado de la familia caducó y se quedaron. Para sobrevivir han tenido que hacer de todo. “Mi madre hizo limpiezas, sirvió en restaurantes, despachó gasolina… hizo de todo para que yo pudiera ir a la universidad”, afirma Medina, licenciada en derecho.

“He llorado, he llorado mucho, porque hace mucho que estábamos esperando algo. No sabia bien qué estaba esperado pero solo queríamos algo. Y Obama nos lo ha dado anoche”, afirma la hondureña Maria Isidro, que ve ahora la oportunidad de legalizar su situación, aunque sea de manera provisional. “Hace muchos años que estaba esperando esto, aunque los republicanos no están muy contentos con esto ni quieren hacer mucho por nosotros, ahora van a tener que hacer algo”, agrega.

Los republicanos, de una forma casi unánime, han comenzado a criticar los planes de Obama incluso antes de que los anunciara. Después, las críticas se han intensificado. “Aunque estamos de acuerdo en los méritos de algunas de las medidas anunciadas, la orden ejecutiva del presidente dificulta más la posibilidad de aprobar una solución de sentido común al disfuncional sistema de inmigración de nuestro país”, dicen los congresistas de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz Balart en un comunicado conjunto.

Díaz Balart es uno de los republicanos hispanos que ha intentado aprobar una reforma migratoria. Sin embargo, ha chocado con un muro inamovible dentro de su propio partido. “Seguimos creyendo que debemos encontrar una solución legislativa bipartidista para fortalecer nuestras fronteras, ofrecer una solución permanente y humana a quienes están viviendo en las sombras, apegarnos al imperio de la ley, modernizar nuestros anticuado sistema de visas e impulsar la economía. La orden ejecutiva del presidente no consigue nada de esto. Es más, desafortunadamente dividirá más al país”, agregan los congresistas.

La Iglesia católica, que ha protagonizado en Estados Unidos muchas acciones de protección de los inmigrantes indocumentados, también reaccionó al anuncio del presidente. “Creo que éste es un paso importante. Va a afectar a un buen número de personas y darles alivio, lo que es positivo, y los pone una especie de patrón de espera para que después ellos puedan llegar a una vía de ciudadanía y residencia permanente. Sólo necesitamos que el Congreso actúe”, dice el arzobispo de Miami, Thomas Wenski.

Para el prelado, ha llegado el momento para que el Congreso se ponga a trabajarl. “Todavía tiene que actuar y realizar una reforma de inmigración integral. En este momento, las personas viven con temor de que les toquen a la puerta y los separen de sus familias. Tienen miedo de una redada de inmigración en su lugar de trabajo y eso simplemente no es (el espíritu) americano”, concluye.

El Mundo

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