Justicia por mano propia: el drama de los linchamientos en México

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En lo que va del año ya se registraron más de 60 casos, una cifra récord. Como el nivel de impunidad alcanza el 98%, los ciudadanos creen que la única forma es hacer justicia por mano propia.

Dos personas hacían “preguntas extrañas”. Los pobladores creyeron que eran secuestradores y llamaron a la Policía, que los encarceló. Pero los vecinos no se conformaron y comenzaron a tocar puertas y a repicar campanas para alertar a la comunidad sobre el peligro que implicaban estos dos hombres. Congregaron así a más de 1.000 personas, que golpearon puertas y ventanas hasta que consiguieron entrar a la comisaría y sacar a los presuntos secuestradores. Enardecidos, les pegaron hasta que los mataron. Y los incendiaron. Pero resultó que eran dos simples estudiantes que se ganaban la vida haciendo encuestas. De hecho, se identificaron con credenciales del Instituto Nacional Electoral (INE) y de Marketing Research and Services, la empresa para la que trabajaban. El episodio ocurrió la semana pasada en el municipio de Ajalpan, Puebla (centro), y los jóvenes eran del Distrito Federal.

El caso conmovió a todo México por la brutalidad con la que los ciudadanos atacaron a sus víctimas inocentes. Pero no fue el único linchamiento de los últimos días. Ni de los últimos meses ni años. Cada cinco días hay uno. La cifra es récord: en lo que va del año, se registraron al menos 61 casos, cuando el promedio era de apenas 13,6 linchamientos anuales desde 1988, cuando la prensa empezó a contabilizar cuántos sucesos de este tipo se producían.

Los especialistas advierten que la percepción de impunidad es tan alta que los ciudadanos creen que la única alternativa es la justicia por mano propia.

“Los linchamientos se producen principalmente porque la gente no tiene confianza en las autoridades de justicia y la policía: el nivel de impunidad en México es del 98% y creen que si dejan a los presuntos bandidos en manos de las autoridades no habrá justicia”, aseguró a Infobae la periodista Gardenia Mendoza, corresponsal en México de Impremedia, un importante grupo de diarios en español de Estados Unidos.

La escena suele repetirse: personas son acusadas de algún tipo de delito en zonas con altas tasas de delincuencia e impunidad; luego, una avalancha humana enfurecida las agarra in fraganti o, si ya fueron encarceladas, las saca a fuerza de violencia de las prisiones y comienza a propinarles una paliza que suele terminar con su vida. Muchas veces, incluso, los prenden fuegos. Los queman vivos.

Probablemente el narcotráfico influya en la percepción de seguridad que tienen los ciudadanos, pero Mendoza advierte que la relación con estos casos no es para nada directa –si es que hay alguna.

“Los linchamientos son, principalmente, por robo o secuestro”, aseguró Mendoza.

Según el estudio de Raúl Rodríguez Gillén y Norma Ilse Veloz Ávila, Linchamientos en México: recuento de un periodo largo, se tratan de actos de carácter colectivo privado e ilegal que pueden provocar o no la muerte de la víctima.

Estas manifestaciones evidencian la crisis de autoridad y forma parte de una crisis de Estado”, aseguró Rodríguez Gillén, que consideró que los linchamientos son una de las formas de violencia social que muestran el hartazgo de la sociedad frente a la autoridad que no actúa o que lo hace incorrectamente.

El documento analiza los asesinatos por linchamientos entre 1988 y 2014 y muestra que los hechos principalmente ocurren en la zona rural del Distrito Federal y la zona conurbada del Estado de México, Puebla, Oaxaca, Morelos y Guerrero, aunque también se registraron casos en Baja California y Quintana Roo.

Para el criminólogo y sociólogo del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), Daniel Cunjama López, el Estado fue incapaz de proveer la seguridad a la población de estas localidades, lo que originó un deterioro progresivo hacia el trabajo de las autoridades.

Los linchamientos están claramente en ascenso. Los años con las mayores cantidad de casos habían sido el 2010 (con 27) y 2013 (40). Pero este año las cifras ya batieron el récord.

Infobae

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