Sistema nervioso registra cambios durante los sueños

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Durante los sueños la mente no se desconecta, sino que experimenta una serie de cambios en el sistema nervioso que conduce a una dinámica mental diferente de la vigilia, explica el profesor de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Adrián Medina Liberty.
En el estudio de esta área existen dos grandes vertientes: la primera se enfoca a la medicina y al análisis de las fases y cambios ocurridos en el sistema nervioso, así como las partes que se activan como el tallo cerebral, detalla un comunicado de la UNAM.

La Universidad Nacional Autónoma de México agrega que la segunda es la parte psicológica, la cual se orienta al contenido, es decir, se intenta indagar cómo se asocian los eventos de la cotidianeidad de la persona con los sueños y su significado.

La UNAM refiere que en la década de los 50 el neuro-fisiólogo Eugene Aserinsky, al intentar estudiar el sistema nervioso, descubrió casi por accidente los movimientos oculares rápidos (MOR), los cuales permiten conocer si una persona está en un descanso profundo.

Cuando los ojos se mueven debajo del párpado de izquierda a derecha a velocidades muy rápidas, es cuando la persona presentará las experiencias soñadoras más vívidas.

Por algún tiempo se pensó que sólo se soñaba durante esa fase, pero luego los psicólogos descubrieron que incluso en aquéllas donde existe ausencia de movimientos oculares, también ocurre actividad onírica, también conocido como sueños.

Con frecuencia, cuando una persona despierta se pregunta qué significan las imágenes que vio mientras dormía y muchas de ellas son secuencias ilógicas, sin pies ni cabeza, pero en sí son producto del mismo soñante, indica Medina Liberty.

De manera frecuente, se tienen alrededor de siete sueños durante una noche y pocas veces se recuerdan todos, con suerte sólo el último mantiene cierta vigencia previo al despertar.

Si la persona está atenta, se encuentra susceptible a su entorno de manera visual, auditiva, perceptiva y gustativa, pero durante el descanso, esa información se bloquea y las partes del sistema nervioso relacionadas con la actividad visual se prenden como las luces de un arbolito navideño.

El académico descubrió que los niños más pequeños no distinguen la realidad de las imágenes creadas durante el sueño, y a partir de los cuatro o cinco años logran diferenciarlas de manera perfecta.

Entre los tres y cuatro años generan narraciones alucinadas sencillas que suelen describirse con frases cortas acompañadas de un verbo; a medida que crecen esto cambia de forma significativa.

En este contexto, especialistas coinciden que en la edad preescolar (de seis a siete años) se construye la capacidad simbólica y el infante representa una cosa por otra (por ejemplo, una escoba por un caballo).

En tanto, los adultos pueden crear historias complejas y bizarras; suelen tener cambios drásticos de escenarios y la secuencia de ciertas acciones conlleva a situaciones ilógicas, inverosímiles y ridículas.

Al despertar se percatan de que es algo irreal, pero mientras se está en la ilusión todo se vive, lo ven como algo verdadero.

Medina Liberty comentó que las imágenes presentadas durante el dormir son, sobre todo, la puesta en juego de las capacidades simbólicas.

“El sueño es una obra de teatro donde uno mismo funge como autor, actor, escenógrafo e incluso, como público. Se trata de una representación que nos dice algo sobre nosotros mismos, nuestros deseos, temores, pendientes o problemas no resueltos”, abundó.

De tal forma que cuando el individuo despierta le es difícil identificar las semejanzas o analogías entre los personajes de la fantasía y la realidad.

“Hasta el momento, es motivo de polémica identificar con precisión qué zonas del cerebro se activan al dormir, pero la mayor parte de los estudios prueban que el sueño proviene de la experiencia de los últimos tres días y, particularmente, del día anterior”, puntualizó.

NTX

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