Crean potente antibiótico que no genera resistencia

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Un método poco común para producir antibióticos podría ayudar a resolver un problema urgente a nivel mundial: el mayor número de infecciones resistentes a tratamiento con los medicamentos más comunes, y la falta de nuevos antibióticos para reemplazar a los que ya no funcionan.

El método, que extrae fármacos de bacterias que viven en la tierra, ha producido un nuevo y poderoso antibiótico, según reportaron investigadores en la revista Nature el día de ayer. El nuevo fármaco, llamado teixobactina, fue puesto a prueba en ratones que se curaron de infecciones severas sin efectos secundarios.

Mejor aún, de acuerdo con los investigadores, el medicamento funciona de tal manera que la posibilidad de que las bacterias se vuelvan resistentes a él es muy baja. Y el método desarrollado para producir el fármaco tiene el potencial de abrir paso a un gran número de compuestos naturales para combatir infecciones y el cáncer –moléculas que anteriormente estaban más allá del alcance de los científicos puesto que los microbios que las producen no podían cultivarse en el laboratorio.

La teixobactina aún no es puesta a prueba en humanos, por lo que se desconocen su seguridad y eficacia. Los estudios en personas empezarán a llevarse a cabo en alrededor de dos años, de acuerdo con Kim Lewis, autor principal del artículo y director del Centro de Descubrimiento Antimicrobiano en la Universidad Northeastern en Boston. Tales estudios tomarán varios años, así que incluso si el fármaco pasa todas las pruebas necesarias, no estará disponible al público en menos de cinco o seis años, según indicó durante una conferencia telefónica el martes. De aprobarse, agregó, probablemente deberá ser inyectado.

Expertos que no participaron en la investigación indicaron que la técnica para aislar el fármaco tiene un gran potencial. También señalaron que la teixobactina parece ser prometedora pero indicaron que es muy importante realizar primero las pruebas en humanos.

El doctor William Schaffner, especialista en infecciones de la Universidad de Vanderbilt, calificó la investigación de “ingeniosa” y dijo: “Tenemos una enorme necesidad de buenas noticias sobre antibióticos”.

Sobre la teixobactina, comentó: “Se encuentra en la fase de los tubos de ensaye y los ratones, y éstos son animales, así que ir más allá de eso es un gran paso, y muchos compuestos han fallado”. Y agregó: “La toxicidad es a menudo el tendón de Aquiles de los fármacos”.

El doctor David A. Relman, profesor de medicina en la Universidad de Stanford, indicó en un correo electrónico: “El caso ilustra la enorme riqueza y la diversidad de los compuestos biológicamente activos aún no reconocidos del mundo microbiano –algunos de los cuales podrían tener un valor clínico verdadero”.

Las bacterias resistentes a medicamentos infectan a por lo menos 2 millones de personas al año en Estados Unidos y matan a 23 mil, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. El año pasado, la Organización Mundial de la Salud advirtió que tales infecciones se están presentando por todo el mundo, y que las especies detrás de muchas enfermedades resistentes están surgiendo con mayor rapidez que los antibióticos con los que podría hacérseles frente. Para agravar el problema, muchas compañías farmacéuticas abandonaron sus intentos de desarrollar nuevos antibióticos a fin de elaborar otros tipos de fármacos más rentables.

La nueva investigación está basada en la premisa de que todo lo que hay en el mundo –plantas, tierra, personas, animales– está lleno de microbios que compiten por sobrevivir. En sus intentos por conseguir lo anterior, los microbios secretan armas biológicas: los antibióticos.

“Por la forma en que se multiplican las bacterias, si no hubiera mecanismos naturales para limitar su crecimiento, habrían cubierto el planeta entero y nos habrían comido a todos hace muchísimos años”, dijo Schaffner.

Por décadas, científicos y compañías farmacéuticas han explotado el arsenal natural de los microbios, a menudo por medio de muestras de tierra, y descubierto antibióticos capaces de salvar la vida como la penicilina, la estreptomicina y la tetraciclina, además de algunos poderosos fármacos contra el cáncer. Sin embargo, los organismos causantes de enfermedades se han vuelto resistentes a muchos de los fármacos existentes, y encontrar un reemplazo para ellos ha sido sumamente difícil. De acuerdo con Lewis, cerca del 99% de las especies microbianas en el ambiente son bacterias que no crecen en las condiciones normales de un laboratorio.

Lewis y sus colegas encontraron la manera de cultivarlas. El proceso involucra la dilución de una muestra de tierra –la que produjo la teixobactina fue tomada de “un campo pastoso en Maine”– y su colocación en equipo especializado. Luego, la clave del éxito está en situar el equipo en una caja llena de tierra obtenida del mismo lugar que la muestra.

“Básicamente estamos engañando a las bacterias”, dijo Lewis.

De regreso en su ambiente natural, las bacterias se multiplican y forman colonias. Una vez que éstas se forman, de acuerdo con Lewis, las bacterias son “domesticadas”, y los investigadores pueden tomar muestras y empezar a cultivarlas en el laboratorio.

La teixobactina ataca a las bacterias bloqueando las moléculas grasas necesarias para construir paredes celulares, lo cual difiere de la manera en que funciona la mayoría de los antibióticos. Es poco probable que tales moléculas cambien y confieran resistencia a los microbios, según dijeron los investigadores. Pero si llega a presentarse la resistencia, tardaría un largo tiempo en desarrollarse, predijo Lewis.

Pese a lo anterior, Relman advirtió que en ocasiones se desarrollan “mecanismos de resistencia insospechados”, y que la única forma de saberlo sería seguir de cerca lo que ocurra mientras el fármaco fuera utilizado cada vez más.

Lewis comentó esperar que la investigación abra paso a un nuevo enfoque en cuanto a la búsqueda de antibióticos nuevos. Hasta ahora, dijo, los científicos han supuesto que la resistencia se desarrollará de manera inevitable, y que la única solución requeriría el constante desarrollo de antibióticos con la esperanza de estar al día.

“Esto nos brinda una estrategia alternativa”, dijo. “Desarrollar compuestos en los que no se presente la resistencia”.

NEW YORK TIMES

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