Público podrá consultar calendarios que datan del siglo XIX

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Una colección de calendarios, objetos necesarios en la vida de los habitantes de la Ciudad de México durante el siglo XIX, podrá ser consultada por el público a partir del primer bimestre de este año en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH).

Así lo informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado, donde explicó que se trata de un acervo perteneciente al Fondo Reservado de la BNAH.

Este fondo incluye además almanaques, anuarios, años nuevos y guías de forasteros, y la Colección del Calendario de Mariano Galván Rivera, considerada la más completa de la Ciudad de México, compuesta por 394 volúmenes editados entre 1827 y 1973.

Estos ejemplares, refirió el instituto, fueron catalogados, analizados y sometidos a procesos de conservación para que el público interesado pueda consultarlos.

Los calendarios serán acompañados por una ficha con datos generales de la obra como su autor, título, medidas e información de las imágenes incluidas. Asimismo, se incluyó una portada digitalizada, el índice y un resumen del contenido, explicó la bibliotecóloga Mezli Silva, adscrita a la BNAH.

Durante el proceso de conservación, explicó la restauradora Xóchitl Cruz, también adscrita a la BNAH, se encontraron muchos ejemplares con polvo acumulado y daños estructurales en sus encuadernaciones.

Tras realizar la limpieza profunda y superficial de los volúmenes, se elaboró una guarda de protección para cada uno, así como un fólder donde se inserta la tarjeta con el número de adquisición y los años que contiene, para evitar escribir las clasificaciones sobre las hojas del texto original.

La restauradora describió que los calendarios se elaboraban en papel mecánico, cuyo tiempo de vida era de un año, y por esta razón, se utilizó un método de conservación directa o de estabilización con el fin de que el público pueda consultarlos.

Fue a lo largo del siglo XIX cuando se desarrolló entre los habitantes de la Ciudad de México, la costumbre de cargar en sus bolsillos una pequeña edición de “calendario”, que publicaba el santoral, los eclipses, las fiestas de guardar, el clima, oraciones y las efemérides.

El pequeño calendario tenía un costo de un real, el equivalente de un octavo de peso, y era adquirido incluso por quienes no sabían leer porque las páginas contenían símbolos de las distintas fases de la luna que permitían saber, por ejemplo, cuál era la mejor época para la siembra.

La publicación de calendarios en nuestro país data de antes de la Independencia, cuando se imprimían solamente los de Felipe Zúñiga y Ontiveros, quien contaba con el privilegio real, el cual heredó a su hijo José Mariano.

Después de consumarse la Independencia, se dio una mayor libertad de imprenta y varios autores editaron anuarios, entre ellos José Joaquín Fernández de Lizardi, José Mariano Ramírez Hermosa, Martín Rivera y Mariano Galván Rivera, quien alcanzó un gran éxito.

Fueron una novedad en los años 60 del siglo XIX, y después surgieron calendarios de mayores dimensiones que se colgaban en la pared. Cabe destacar que el calendario de Galván logró sobrevivir y hasta la fecha se edita con el sello de Munguía.

Con el paso de los años, los calendarios evolucionaron, cambiando su tamaño, forma, tipografía, temas y motivos, diseño en general, haciéndolos más atractivos.

NTX

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