A 22 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio

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El México con hambre y sed de justicia que Luis Donaldo Colosio Murrieta veía en 1994 aún recuerda al candidato presidencial que en sus discursos prometía un cambio para quienes habían puesto en él sus esperanzas.

A 22 años del asesinato del político originario de Magdalena de Kino, Sonora, hay todavía exigencias de que se reabra el caso y se investigue, si bien éste fue cerrado seis años después del magnicidio.

“Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”, fue parte del famoso mensaje pronunciado, el 6 de marzo de 1994, por el entonces abanderado priista en la contienda por la Presidencia de la República.

Definido por sí mismo como un candidato “forjado en la cultura del esfuerzo y no del privilegio”, Luis Donaldo Colosio expresó en aquella ocasión, frente al Monumento a la Revolución, que era momento de cerrar paso al influyentismo, la corrupción y la impunidad.

Aunque nunca hubo ninguna declaración oficial, ese discurso significó para muchos la ruptura del aspirante con el régimen presidencial que encabezaba Carlos Salinas de Gortari, también emanado del partido tricolor.

Sólo 17 días después el nombre de Lomas Taurinas, una colonia ubicada cerca de la línea entre Tijuana y Estados Unidos, sería conocido a nivel nacional, por ser ahí en donde Colosio Murrieta recibió las balas que pusieron fin a su vida y sus aspiraciones.

EL CASO

En la tarde de ese 23 de marzo, al concluir el mitin realizado en la ciudad fronteriza, el candidato fue impactado por un par de proyectiles, disparados por Mario Aburto Martínez, a quien arrestaron el mismo día.

Aunque tras el atentado se le brindó auxilio inmediato a Luis Donaldo Colosio, todos los esfuerzos fueron en vano, pues tres horas más tarde se confirmó su fallecimiento en el Hospital General de Tijuana.

El asesinato no sólo había llenado de luto a los familiares, colaboradores y simpatizantes del malogrado aspirante a la Presidencia , sino que también conmocionó a la clase política y al pueblo mexicano en general.

Colosio, quien estaría en Sonora un día después, fue despedido en su natal Magdalena de Kino, Municipio en el que hasta la fecha reposan sus restos junto a los de su esposa, Diana Laura Riojas, quien murió meses después víctima del cáncer.

Mientras se llevaban a cabo los funerales y el sepelio del candidato, así como la designación de Ernesto Zedillo como su sustituto en la contienda presidencial, de forma paralela iniciaba su curso la investigación sobre lo ocurrido en Lomas Taurinas.

Mario Aburto, entonces joven de 22 años de edad, había sido detenido en el lugar de los hechos, señalado como el responsable de efectuar dos disparos en la cabeza y abdomen de Colosio Murrieta, en medio de la multitud que buscaba saludar al político.

EL AUTOR MATERIAL

Un día después del asesinato, Diego Valadés Ríos, procurador general de la República en ese tiempo, confirmó a Aburto Martínez como autor material del suceso, y ordenó su traslado al la prisión de Almoloya de Juárez, hoy conocida como penal del Altiplano, en el Estado de México.

Para aquel momento se manejaban varias teorías, entre ellas, la de un posible complot orquestado desde el propio sector político para terminar con la vida del candidato, tras el presunto rompimiento de éste con el Gobierno federal en su discurso del 6 de marzo.

A finales de marzo de 1994, por indicación del presidente Carlos Salinas, la PGR creó la subprocuraduría de investigación del caso Colosio, que tenía por objetivo profundizar y esclarecer por completo el homicidio.

EL PRIMER FISCAL

Miguel Montes García, quien ejercía como ministro en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue designado como el primer fiscal de la nueva subprocuraduría.

En sus primeras indagatorias el fiscal siguió la línea que apuntaba a que Mario Aburto no había actuado solo, y como supuestos cómplices fueron aprehendidos Tranquilino Sánchez Venegas, Rodolfo Mayoral Esquer, Vicente Mayoral Valenzuela y Rodolfo Rivapalacio.

A ellos se les acusó de facilitar el acceso del homicida hasta el candidato para poder dispararle, pero fueron liberados tiempo después por falta de pruebas que demostraran su participación en los hechos.

Entre 1993 y 1999 se registraron al menos 15 asesinatos que, de alguna u otra manera, han sido ligados al caso de Colosio Murrieta, sin que hasta ahora se haya comprobado que existiera alguna relación con la muerte del político.

OTROS FISCALES

Meses más tarde de su designación, Montes García fue relevado en el cargo por Olga Islas, a quien le siguió Pablo Chapa Bezanilla, ya con Ernesto Zedillo como presidente y con Antonio Lozano al frente de la PGR.

En 1997 Raúl González Pérez, hoy presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se convirtió en el cuarto fiscal encargado del caso Colosio y también fue el último, pues confirmó la teoría del asesino solitario y dio por concluida la averiguación.

Luego de agotar, de acuerdo con los reportes oficiales, 27 líneas de investigación, las autoridades federales determinaron que Mario Aburto, detenido desde el día del atentado, actuó de manera solitaria y descartaron la versión de que tuviera cómplices.

Declarado como asesino confeso, Aburto Martínez fue juzgado por los delitos de homicidio calificado y portación ilícita de arma de fuego, por los que se le sentenció en 1994 a 42 años de cárcel, que ha intentado reducir mediante amparos.

 

El Imparcial

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