Despide circo Atayde a su show animal

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Diego está en la fila que da la vuelta a la carpa Astros, en la Calzada de Tlalpan, tomado de la mano de su madre. Tiene cuatro años y viene por primera vez al circo. Aún no termina de oscurecer y muchas personas están formadas esperando a comprar una entrada.

Cuando su padre le pregunta a Diego qué animal le gusta más, voltea y grita “¡el elefante!”, mientras da saltitos y sigue avanzando.

Su papá, Alberto Bandera, no sabía que es el final de la temporada del circo Atayde Hermanos y la última función con animales desde que se aprobó la ley en el Distrito Federal.

Se le ocurrió traer a la familia cuando vio el anuncio afuera. Pero dice que ahora siente nostalgia, porque sus nietos no van a conocer el circo tradicional, que él si tuvo la oportunidad de ver.

El pasado 15 de julio, el Gobierno del Distrito Federal publicó las modificaciones a la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos, que prohíbe el uso de animales en circos.

En Morelos, Chiapas, Chihuahua, Guerrero, Colima y algunos otros municipios del país tampoco permiten que se presenten animales en los actos.

El padre de tres opina: “Yo creo que la ley está mal, aquí yo veo bien a los animales, están alimentados y cuidados como en los zoológicos…”

Federico Serrano, vocero del circo Atayde, asegura que los artistas se sienten “tensos”. El año pasado cumplió 125 años de historia. Y ayer fue su última función con animales en el Distrito Federal.

Antes de las ocho de la noche, cuando se espera que inicie la función, Safari, la elefanta de 53 años apenas se mueve cuando la fila de asistentes se monta en ella para tomarse fotos. “Los invitamos a que pasen, el costo de la fotografía es de 100 pesos”, dice el animador.

Las luces se apagan. El maestro de ceremonias grita “Circo Atayde Hermanos les dice: ¡Viva el circo!”. Aparecen los artistas y dan una vuelta en la pista. Después de 15 minutos, uno de los entrenadores del circo, Yonari Verdi, presenta su acto mixto: un camello, cuatro llamas y un caballo miniatura logran pararse en fila y en dos patas, sobre la viga de 30 centímetros que circula la pista. Dan las gracias al público, agachando la cabeza.

Uno de los actos centrales son ocho tigres de bengala pasando por aros de fuego. A fin de evitar que el acto se salga de control presentan su acto encerrados en una jaula. El espectáculo central, para diversión de Diego, son los elefantes, que logran pararse y mantener el equilibrio en un diminuto cubo.

Cuando salen de la función Esther y Cecilia dicen que sí les gustó. Esther López trajo a su hijo Santiago de cinco años para ver a uno de sus amigos, que es acróbata. Ella no está a favor de los circos con animales, le parece cruel que los obliguen a hacer trucos y piensa que es mejor que los prohíban.

El Universal

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