Vuelo MH17: ¿punto de quiebre en la crisis en Ucrania?

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Varias horas después de que un avión de Malaysia Airlines se estrellara en Ucrania a 50 kilómetros de la frontera con Rusia, lo único claro sobre la responsabilidad del incidente es un cruce de acusaciones.

Las fuerzas militares ucranianas y los rebeldes separatistas prorrusos que operan en el este de Ucrania se acusan mutuamente de haber derribado el avión, y ambos han asegurado que no son responsables.

El conflicto en la zona comenzó a principios de 2014 tras el derrocamiento del presidente ucraniano Viktor Yanukóvich, al que siguió la anexión de Crimea por parte de Rusia y el incremento de las demandas secesionistas en el este del país.

Desde entonces, la tensión y los combates se han mantenido y ahora surge la pregunta de hasta qué punto el siniestro del vuelo MH17 de Malaysia Airlines podría ser un punto de inflexión en el conflicto.
Las autoridades ucranias no tuvieron, desde el primer momento, duda sobre su versión de lo que ha sucedido.

Un asesor del Ministerio de Interior de este país, Anton Herashchenko, a pocas horas de la tragedia afirmó que el avión volaba a una altitud de 10.000 metros, y que fue alcanzado por un misil disparado desde un lanzador Buk.

El Buk, también conocido como Sa-11 Gadfly por el código que utiliza la OTAN, es un sistema de defensa antiaérea formado por misiles de mediano alcance.

El Sa-11 es una versión mejorada del sistema Sa-6. Se trata de un sistema con cuatro misiles y un radar transportado por un vehículo de tracción.

Además, otro vehículo transporta un radar Snow Drift para identificar los objetivos.
Conversación hecha pública

Tras las declaraciones de Herashchenko, las autoridades ucranianas hicieron pública la grabación de lo que dijeron era una conversación entre militantes prorrusos. En esta, los interlocutores admiten haber
derribado el aeroplano.

Más tarde, a raíz de la grabación hecha pública, Herashchenko aseguró en su página de Facebook:

“Anoche, el sistema ‘Buk’ con que el fue lanzado el misil fue trasladado a Rusia, donde será con toda seguridad destruido, al igual que los ejecutores del atentado, que pusieron en evidencia al (presidente ruso, Vladimir) Putin al reportar que habían derribado un An-26 ucraniano”.

Sin embargo, los rebeldes prorrusos niegan haber atacado el aeroplano.

Y en esa línea, el líder separatista Alexander Boroda culpa al gobierno de Ucrania de lo ocurrido. “Al parecer se trata de un avión de pasajeros derribado en verdad por la fuerza aérea ucraniana”, dijo a la televisión estatal rusa Rossiya 24 TV; acusaciones que el gobierno ucraniano no tardó en negar.

Investigación

La dirección que tome el debate sobre la crisis de la zona dependerá ahora de los datos precisos y verificables que se obtengan -si se obtienen- sobre los últimos movimientos del avión y lo que provocó su caída, más allá de lo que ya se conoce.

Y lo que se sabe es que partió del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam a las 10:15 GMT (12:15 hora local) del 17 de julio, y debía llegar al aeropuerto internacional de Kuala Lumpur a las 22:10 GMT (06:10 hora local), además de que la aerolínea perdió el contacto con el aparato cuatro horas después, a las 14:15 GMT, cuando éste volaba por una zona ubicada a 50 kilómetros de la frontera entre Rusia y Ucrania.

“Si resulta que el Boeing 777 fue derribado por separatistas, con armas proporcionadas por Moscú, esto podría alterar de forma significativa los términos del debate sobre la actual crisis en Ucrania”, cree el corresponsal diplomático de la BBC, Jonathan Marcus.

De momento, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha pedido una investigación “minuciosa e imparcial” de los hechos.

Lo hizo durante el jueves 17 de julio, en una conversación telefónica con el primer ministro de Holanda, Mark Rutte -de cuyo país procecían 154 de los 283 pasajeros muertos-, según dijo el Kremlin en un comunicado.

Para facilitar eso, los rebeldes separatistas ya han hecho saber que permitirán a los investigadores acceder al lugar en el que cayó la aeronave.

Sanciones

En los últimos días ha aumentado la preocupación entre los gobiernos occidentales sobre el aumento del apoyo militar de Rusia a los separatistas en el este de Ucrania.
Según un portavoz de la OTAN, cada vez mayores cantidades de material militar pesado se han ido trasladando desde Rusia al otro lado de la frontera, donde operan los separatistas.

Como respuesta, Estados Unidos aumentó las sanciones económicas contra Moscú y amenaza con acciones más contundentes, aunque la Unión Europea no ha seguido los pasos de Washington.

Pero si Rusia tuvo algo que ver con esta tragedia, según Marcus la presión (especialmente sobre los europeos) para que aprueben mayores sanciones continuarán aumentando.

“Al mismo tiempo, también habrá mayor presión para una solución diplomática a la crisis”, añade el corresponsal diplomático de BBC. “Moscú no quiere que los separatistas sean barridos del mapa. Pero tampoco parece que el presidente ruso, Vladimir Putin, tenga un plan claro sobre cómo debería terminar todo esto”.

 

BBC

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