El Apple Watch se ve bien, pero es algo frustrante

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Hay una razón por la que no usamos la misma ropa dos días seguidos, tratamos de resistir a la tentación de comer en McDonald’s, vamos al peluquero con cierta regularidad y visitamos el gimnasio con la mayor frecuencia posible. Es la misma razón por la que consideraríamos comprar un Apple Watch: nos gusta lucir lo mejor que podamos.

Después de pasar una semana con el último artefacto de Apple en mi muñeca, me di cuenta de que la empresa estadounidense está vendiendo no sólo una computadora de mano, sino también una buena apariencia y genialidad, con algunas funciones informáticas adicionales. En mi opinión, demasiados elementos que son difíciles de encontrar.

Al igual que muchos productos de Apple en la última década, el reloj es un símbolo de estatus y una señal de riqueza y gusto. No obstante, a diferencia de una MacBook o un iPhone, este artefacto lo ayuda a verse, y sentirse, bien.

Hay tantas cosas que el reloj puede hacer, tantos menús y funciones que requiere un tiempo para descifrar, que para bien o para mal uno termina configurando su propia experiencia. Algunos pueden encontrar útil pedir un taxi Uber con un golpe en la muñeca, o trasmitir un pulso cardíaco a un ser querido. Mi colega Geoffrey Fowler exploró el reloj como una puerta de acceso al iPhone en el caso de muchas actividades rápidas. Yo busqué una experiencia más simple, al usarlo como un accesorio de estilo que me ayudara a cumplir con un horario y un compañero para hacer ejercicio que me mantuviera en movimiento.

Sé lo que está pensando: ¿no me bastaría un monitor de estado físico de US$150 para hacer eso? Claro, pero puede terminar guardado en el cajón. El Apple Watch tiene éxito donde los monitores de estado físico han fallado. No sólo proporciona datos más precisos y una prometedora plataforma, sino que es un accesorio que me encanta usar todo el día.

Ejercicio

El domingo en la mañana salí a trotar, pero en lugar de verme como una marioneta con un iPhone en la mano y audífonos en mis oídos, corrí con el reloj de acero inoxidable de 38 milímetros, sujetado con una correa deportiva azul de US$50 a mi muñeca.

Hace años, el iPod nos liberó de trotar con un gigantesco Discman. Apple tiene ahora el potencial de cambiar la forma en que hacemos ejercicio. Con audífonos Bluetooth conectados al reloj, la música de Taylor Swift en mis oídos y el sol brillando en mi cara, corrí por 21 minutos y quemé 156 calorías. Cuando llegué a un supermercado sin teléfono ni billetera, compré un café helado acercando mi muñeca a un lector.

La desventaja de dejar el iPhone en la casa es que la aplicación Exercise del reloj no rastrea la distancia con la misma precisión y otras aplicaciones de terceros se apoyan en el GPS del teléfono. También tiene que usar la aplicación Music de Apple ya que Spotify, Rdio y otras aún no están en el reloj. (Advertencia: debe usar iTunes para sincronizar su lista de canciones, lo que puede ser perjudicial para su salud).

En mi rigurosa clase de spinning de 45 minutos, la banda deportiva del reloj envolvió mi muñeca, permitiendo una lectura sorprendentemente precisa de mi ritmo cardíaco. Al final de tres sesiones de ejercicios, un monitor Polar en el que confío mucho y el reloj reportaron lecturas similares.

Idealmente, el Apple Watch debería suspender automáticamente las notificaciones durante una sesión de ejercicio, para que sus brazos no vibren tanto. En realidad, debe ponerlo en modo de “No molestar”, lo cual requiere muchos pasos. Incluso llegar a la aplicación Exercise es un desafío, ya que es uno de los muchos íconos diminutos en forma circular en la pantalla del reloj que me hicieron desear que mis dedos fueran del tamaño de palillos.

Hay otras cosas que frustran: ¿por qué hay una aplicación Exercise en el reloj, pero los datos residen en la aplicación Activity del iPhone? ¿Por qué debo hacer clic en “guardar” para mantener el registro de una sesión de ejercicio? Y ¿por qué la batería no dura hasta después de las 10:00 p.m. los días que hago ejercicio?

El día laboral

Cuando no estaba haciendo ejercicio, cambié la correa por la Milanese Loop, que con el reloj cuesta US$650.

Esta banda es tan cómoda que la mayoría de las veces no me di cuenta que tenía el reloj puesto. Es muy diferente al Microsoft Band (que me dejó marcada la piel), o la Surge de Fitbit (que me dejó un sarpullido) o la Moto 360 (que se veía como un reloj de sol en mi delgada muñeca).

El Apple Watch va más allá de contar pasos al recordar al usuario sobre su actividad, ejercicios y metas de permanecer de pie. Usted puede establecer objetivos diarios y el reloj sigue sus movimientos. El aparato le muestra luego su progreso en un gráfico con tres círculos. A lo largo del día, emite reportes o lo anima a entrar en acción.

Aprecié las actualizaciones de actividad, pero los llamados a que me parara cada hora resultaron fastidiosos. Apple ha demostrado que puede recabar datos precisos, pero tiene dificultad a la hora de ofrecer sugerencias genuinas para mejorar el estado físico y la salud. Aplicaciones de Fitbit, Jawbone o Polar ofrecen mejores ideas.

Durante el horario de trabajo, usé la cara Modular del reloj, que muestra la hora, mi próxima reunión e íconos para el clima, mi actividad y la duración de la batería. Las notificaciones del calendario fueron muy útiles en la muñeca. Sin embargo, percibí las alertas de correos electrónicos y mensajes de texto más como una interrupción que un aviso vital.

Después del trabajo

El Apple Watch fue más útil para mí en su forma de reloj regular y simple, aunque ahora he comprobado que el reloj de más alta tecnología no resolverá mi eterno problema de llegar 10 minutos tarde a todo.

De hecho, la semana pasada, estaba llegando tarde a una cena pero aun así tuve tiempo de cambiar el reloj a una vista de noche: una mariposa animada que cambia de color cuando uno abre la pantalla. Me encanta que se puedan ajustar a gusto los colores y los detalles de las caras del reloj, aunque me gustaría personalizarlo más con fotos y fondos de pantalla.

El cuerpo de acero y la correa de malla combinan con casi todos los colores que suelo usar. Incluso cuando la cara del reloj está apagada, la pantalla negra de cristal de zafiro se ve elegante. Es modesto hasta que uno empieza a tocar la pantalla y la gente alrededor lo nota. A los que me preguntaron si debían comprar uno, les respondí que no.

Me gusta, pero cada vez que lo miro, me imagino cuán mejor se verá el próximo. Podría decir eso de muchos artículos de moda, pero los relojes no deberían ser regidos por el tiempo. A diferencia de un reloj Cartier, la belleza del Apple Watch original pronto se desvanecerá. A menos que opte por la versión deportiva más barata de US$350 (la empresa no ha anunciado la fecha de lanzamiento del Apple Watch en América Latina), realmente debería esperar por el futuro.

El cuerpo está destinado a ser más delgado; los bordes podrían ser menos redondeados. No es sólo la estética. Pronto, no vamos a tener que cargar la batería todas las noches, el software no se atascará y esos sensores de salud serán aún más precisos. ¿Cuándo fue la última vez que Apple no mejoró el rendimiento de la primera generación de un hardware, a la vez que lo hizo más elegante?

El reloj de Apple hace que uno se vea bien. Sin embargo, el próximo seguramente lo hará lucir aún mejor.

The Wall Street Journal.

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